La psicóloga María Elena López hace estas propuestas para ser partícipes de este cambio.
Cada uno de nosotros puede aportar con el fortalecimiento de actitudes que lleven a la construcción de valores que tengan en cuenta el bien común.
1. Cuestionar creencias
Revisar creencias que, por ser prácticas y efectivas por los beneficios inmediatos que reportan, se han normalizado. Expresiones como “el vivo vive del bobo”, “hay que ser avispado y sacarle provecho a lo que se pueda”,“ayúdate a ti mismo porque nadie más te va a ayudar”, se convierten en mensajes que permean los valores éticos y morales.
2. Replantear el concepto del éxito derivado de prácticas corruptas
Quien se lucra de la corrupción, además de enriquecerse y adquirir poder, aumenta su estatus y goza en muchos sectores de reconocimiento y aceptación. Es urgente replantear este estilo de vida que se ha vuelto un referente positivo y un modelo para seguir.

3. Ampliar el campo de acción de la empatía
Legitimar y mostrar consideración y respeto por las necesidades y derechos de los otros son destrezas sociales para la vida cotidiana y tienen una alta rentabilidad social.
Rechazar la corrupción de manera contundente y abierta e insistir sobre lo reprochable que es este acto, es una manera de deslegitimarla y dar un castigo social.
4. Dimensionar el impacto de nuestros actos
Entender cuál es el papel de cada ciudadano en la lucha contra la corrupción implica reflexionar sobre el impacto negativo que tienen pequeñas acciones en las que se obvia la ley, se transgreden pautas sociales o se actúa en contra de otros. Cada comportamiento cuenta a la hora de luchar por erradicar este flagelo.
5. Legitimar las normas
Cumplir las normas y reglas sociales, tanto las establecidas como las implícitas, favorece la convivencia. La suma de las acciones individuales para entenderlas y acatarlas les da legitimidad como reguladoras del orden social. No hacerlo va en contra del bienestar de todos.
6. Poner en práctica los valores
La ética es una dimensión de las personas que se construye a lo largo de toda la vida. Está constituida por una serie de habilidades, comportamientos y maneras de ver el mundo que se pueden aprender. Tratar la corrupción desde la perspectiva de la enseñanza ética es una labor que debemos emprender desde el ámbito familiar, escolar o empresarial, entre otros.

7. Ejercer la sanción social
Rechazar la corrupción de manera contundente y abierta e insistir sobre lo reprochable que es este acto, es una manera de deslegitimarla y dar un castigo social. Es preciso hacer un control moral y bajar los umbrales de tolerancia. No se puede considerar, por ejemplo, el soborno o el uso de influencias en beneficio propio, como prácticas usuales bajo el presupuesto de que “todos lo hacen”.
8. Hablar sobre las consecuencias
Conversar sobre la corrupción y sus secuelas, y los efectos económicos, sociales y políticos que generan en el entorno de las personas, los grupos, las instituciones y los países. Hablar acerca de la disminución de la calidad de vida, pobreza, injusticia o desempleo, entre otros, que puede traer.
¿Qué punto se te dificulta más?

Por María Elena López | Vía eltiempo.com
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